sábado, 1 de junio de 2013

El Emprendimiento Empresarial en España (I)

El origen del término Emprendedor se remonta a las conquistas y descubrimientos a partir del siglo XVI, y aunque en el Renacimiento ya era Florencia la cuna de los negocios hasta la Revolución Industrial no se relaciona al Emprendedor con la Empresa económica. Pero en España, debido al histórico desfase con los países avanzados, no se utiliza este concepto, en el sentido moderno del término, hasta los años 90 del pasado siglo en las Escuelas de Negocio.

Por otra parte, la falta de cultura empresarial española y la “mala prensa” que históricamente arrastra el Empresario, al que hasta no hace mucho se trataba de forma despectiva (explotador, etc.), puede que sea uno de los motivos para que el 70% de los jóvenes prefieran ser funcionarios a empresarios. No obstante, el panorama está cambiando; entre otras cosas porque la gente va asimilando que si pueden ganarse la vida trabajando, a pesar de las crisis y el paro, es porque existen las empresas.

Pero el Emprendimiento Empresarial está de moda aquí, quizá demasiado de moda, ya que una cosa es que no se pueda esperar demasiado del trabajo por Cuenta Ajena, como decíamos en el 1er. post, y otra muy distinta que el Emprendimiento vaya a ser “la redención de los pecados” por haberse vivido por encima de las posibilidades reales. No, las generaciones de empresarios que surjan del actual Emprendimiento, si no fracasan en el intento (un 70% no llega al 3er. año), tardarán bastante tiempo en consolidarse y aportar su parte alícuota al deteriorado PIB español. Por tanto, conviene que los Poderes Públicos no se duerman en los laureles pensando que con una Ley de Emprendedores ya está todo hecho.

En la película La red social (un monumento al Emprendimiento) los hermanos gemelos Winklevoss, son recibidos por el Presidente de la Universidad de Harvard (exsecretario del Tesoro USA), al que van a pedirle “justicia” porque Zuckerberg “les había robado su web”, de la cual iba a surgir la fabulosa empresa Facebook. Y el presidente les dice: “En Harvard todo el mundo hace lo que puede para inventar algo, porque creen que crear su propio empleo es mejor que buscarse uno”.




Pero, obviamente, la situación en España no tiene nada que ver con esa filosofía de vida norteamericana, ya que mientras que allí la mayoría de la juventud prefiere ser su propio jefe aquí muchos siguen esperando que caiga el maná del cielo, ya que no se aprovecha el tiempo para reciclarse o, por ejemplo, para aprender idiomas. Por lo que “la cantera” de emprendedores con la que contamos (y no hay más) es la siguiente:

a) Por vocación: Quieren ser empresarios por convencimiento y piensan que si lo consiguen obtendrán el reconocimiento público que los situaría en el lugar que creen que les corresponde en la escala social. Para ello intentan prepararse a fondo; sin embargo, este es el caso menos frecuente en España.

b) Por oportunidad: Trabajan por cuenta ajena y son buenos técnicos en lo suyo y creen que triunfarían con un negocio similar. Esperan la coyuntura favorable para lanzarse, pero creada la Empresa, comprueban que no es tan fácil como pensaban. Que montar la empresa y gestionarla no es lo mismo porque les falta preparación. Según el Informe GEM, en 2012 este colectivo aportó el 75% al total del Emprendimiento español.

c) Por necesidad: El mismo Informe GEM dice que este grupo solo aportó el 25% restante. Pero la impresión entre el personal dedicado a la formación empresarial es que las cuentas no cuadran. Que ante la pésima realidad del trabajo por cuenta ajena éstos son más que los de “por oportunidad”. Sin embargo, la mayoría de ellos no llegan ni a iniciar la actividad empresarial, y si comprobamos los perfiles de este colectivo no es difícil entender por qué, ya que estamos hablando de: 


  • Un desempleado pasivo, que ya hasta ha desistido de buscar empleo y de entregar currículos: “O están viviendo de sus familias. O trabajando en negro. O marchándose del país.” Dice José Dolado, profesor de Macroeconomía de la Carlos III y autor de los informes para la OCDE sobre precariedad española. (El País Semanal, 21 de abril, 2013). En cualquier caso, lo cierto es que este colectivo está viviendo ente el pasotismo y la desesperación.
  • Un desempleado activo que necesita, como sea, “comprar su puesto de trabajo”, por lo que montar un negocio puede ser una salida, “y a ver qué pasa”. Pero si no se prepara a fondo tendrá poco recorrido porque es difícil que tenga las capacidades necesarias para ser Empresario. No obstante, de cuando en cuando, surge un diamante en bruto con talento innato y capacidad de aprendizaje, al que solo falta pulirlo (una buena preparación) para hacer de él un Empresario con futuro.
  • Un universitario o FP, que con 30 años sigue refugiado en el domicilio paterno porque no encuentra ningún empleo. Sin embargo, este colectivo tiene un importante hándicap para emprender: muchos te dicen que con la carrera, el máster y el Idioma ¿qué más le pueden enseñar que ya no sepa? Y no se preparan para ser Empresarios. También cuenta el miedo al fracaso. Cuantos más títulos se tiene más se teme fracasar en algo distinto a lo que se ha estudiado. Por eso, de este grupo es del que más jóvenes se van fuera para tratar de trabajar en lo suyo.

4 comentarios:

  1. Yo añadiría otro grupo de emprendedores: aquellos que gracias a la necesidad del momento encuentran su vocación en el trabajo por cuenta propia. Mientras que en un pasado cercano muy pocos se planteaban esta posibilidad, y por tanto se privaban de conocer su pasión por la misma, las circunstancias actuales nos empujan al descubrimiento de lo que nos aporta personal y profesionalmente el mundo del autoempleo. Gracias por tu post.

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  2. Sí, Marisa, las épocas difícles tienen estas cosas: moldean la voluntad de la gente y, en muchas ocasiones, cambian el rumbo de sus destinos.
    Nada está predeterminado en el tiempo ni en el espacio.

    Saludos cordiales

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  3. Un emprendedor aprovecha estas oportunidades para lograr sus ideales o proyectos empresariales. Por medio de estos eventos muchos emprendedores han logrado sus propósitos y hoy en día son reconocidos por la sociedad como ejemplo de progreso y superación.

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.