La crisis, tiene estas cosas: ha convertido a muchas personas en “economistas amateurs”, y uno de los conceptos más utilizado por ellos actualmente es el del crecimiento. El mantra que nos debe sacar de este lío en el que andamos metidos: “Hasta que no volvamos a crecer por encima del 2% no bajará el paro”, se les oye decir con seguridad (seguramente porque lo habrán leído en algún sitio) tanto en los foros de debate de la Red como en las charlas de café.
Sin embargo, esa afirmación popular podría tornarse un tanto dudosa de hacerle caso a las atrevidas palabras del Presidente Rajoy el pasado día 14, que en su visita a Washington, en un encuentro con un reducido grupo de periodistas estadounidenses, afirmó “que, gracias a las reformas, España creará empleo incluso con tasas bajas de crecimiento”. "Con solamente un poco de crecimiento veremos creación de empleo", pronosticó Rajoy, según recoge el diario The Wall Street Journal.
Rajoy visitando la redacción de The Wall Street Journal
Por otra parte, Okun señalaba que para mantener los niveles de empleo una economía necesita crecer cada año entre el 2,6% y el 3%. Cualquier crecimiento inferior significa un incremento del desempleo. La Ley de Okun dice, además, que una vez conseguido un nivel de empleo, para mantenerlo es necesario crecer dos puntos porcentuales por cada punto de desempleo que se quiera reducir. Es decir, el doble de crecimiento que de empleo. Pero no se puede aventurar el porcentaje exacto, ya que depende del período y país considerados, aunque lo normal es que esté alrededor del 2,5 %. En definitiva, venía a decir que sin una tasa de crecimiento del PIB de entre el 2 y el 3% no puede crecer el empleo.
“La reforma del Gobierno del PP abarató el despido y propició el ajuste salarial. La idea era que, ante la caída de la actividad económica, se facilitara a las empresas congelar (o reducir) sueldos y modificar otras condiciones laborales para limitar los despidos. Pero, como avisaron los expertos, ese cambio legal en plena recesión por un duro ajuste presupuestario y con los mercados llenos de desconfianza, generó congelación salarial, pero también más despidos. En 2012 y 2013, el ritmo de destrucción de empleo volvió a casi triplicar la caída del PIB. Y los valedores de la reforma (el FMI, la OCDE o Bruselas) piden más: nuevos recortes salariales, pero también limitar la contratación temporal y potenciar las políticas activas de empleo.”
Fuente: Deloitte (Barómetro de empresas,
Consulta noviembre 2013-enero 2014).
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