lunes, 10 de marzo de 2014

EL FALSO AUTÓNOMO

Hace un par de años, cuando el desempleo juvenil (hasta los 35 años) era algo menor que ahora, un joven con un título universitario técnico de grado medio oyó la misma respuesta en las cuatro últimas entrevistas de trabajo a las que tuvo acceso: “Te puedes dar de alta como autónomo y con un contrato mercantil, no laboral, trabajar en exclusiva para nosotros. Así, es muy probable que, fueras admitido en esta empresa.” 

Poco tiempo después tuvo la oportunidad de preguntar por teléfono en un programa de televisión a la portavoz de una consultora nacional de RR.HH cómo era posible tal coincidencia de criterio en cuatro empresas de sectores distintos. Y aquella señora, para todo aquel que quisiera oírlo, más o menos (hablo de memoria), le dijo: 

“Los jóvenes, con una tasa de desempleo del 50% incluyendo a los recién titulados, encuentran grandes dificultades para conseguir una entrevista y obtener el empleo que desean. Sin embargo, es imprescindible que se incorporen cuanto antes al mercado laboral y que inviertan tiempo y esfuerzo en lograr una experiencia profesional acorde con sus vocaciones.

Es decir, es más importante la incorporación al mundo laboral cuanto antes que el tipo de contrato por el que se accede, sea este laboral o mercantil. Trabajar como autónomo también tiene sus ventajas. Cuando uno es su propio jefe dicha situación otorga total autonomía para la toma de decisiones, gestionando su propio tiempo sin depender de superiores o de socios.”

Ayer domingo, las páginas de El País Negocios hablaban, casi de forma monográfica de la precariedad en el empleo, partiendo de un editorial muy serio en el que le baja los humos a los/as que siguen lanzando las campanas al vuelo para hacerle la pelota a quien corresponda en cuanto detectan algún síntoma favorable, aun sin confirmación. Y que en relación con el tema que nos ocupa, el artículo dice: “La realidad es que los indicios de recuperación del empleo se fundamentan en empleo precario y conversión forzada de asalariados en autónomos.”.

Y apoyándose en las opiniones de una decena de expertos dicen que el empleo autónomo que se promociona desde el Gobierno y que genera mucho asalariado encubierto, al dejar de estar protegido por los convenios colectivos, llegaron al 70% del incremento de las afiliaciones a la Seguridad Social del pasado mes de febrero. Concretamente, 44.000 trabajadores autónomos del total de 61.000 afiliados. 

Así, se pregunta el artículo: “¿Cuántos de ellos son personas que han comenzado un nuevo negocio y cuántos se han dado de alta para ejercer el mismo trabajo que antes hacían como asalariados en la misma empresa que externaliza servicios y trasvasa todo el riesgo al trabajador y que, por supuesto, no representa creación de empleo?” 

El secretario general de UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos), Sebastián Reyna, admite que una parte importante de las altas de trabajadores por cuenta propia se está produciendo por una externalización de servicios de las empresas que antes no se producía, como ocurre en el sector de la educación. Según UPTA, los empleados autónomos que trabajan para una sola compañía ascienden a 265.000, y es el colectivo que crece a un mayor ritmo, el 11%. “Es la parte de la precariedad del trabajo autónomo”, asegura Reyna. 

Dicen que los falsos autónomos, como se conoce a este colectivo, no son exclusivos de España. “Es un fenómeno propio del Sur de Europa, donde hay un tejido empresarial especialmente débil. Al fin y al cabo, con este tipo de relación laboral, lo que hace el empresario es trasladar todo su riesgo al empleado.” 

Según Reyna, la situación del mercado laboral no se solucionará mientras no se aborde en España un cambio del tan traído y llevado modelo productivo, “solo tendremos empleo precario, fundamentalmente temporal”. En su opinión, el Gobierno está cargando sobre los hombros de los autónomos más responsabilidad de la que pueden asumir, puesto que, como parte más débil de la cadena empresarial, “no vamos a poder sacar a España de la crisis porque no somos determinantes en la economía, como son el sector público o las grandes empresas”. 


Hasta la semana que viene.



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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.